CON
ARROGANCIA Y PREPOTENCIA NO SE TERMINA EL CONFLICTO,
NI SE LOGRA LA PAZ DURADERA
Por: Alfonso Castillo
Correo:
hojasuelta0@gmail.com
Esta semana y coincidiendo con el inicio de los
diálogos y la discusión del primer punto de la agenda en la Habana Cuba, las
FARC anunciaron de manera unilateral, el cese de fuegos y hostilidades entre 20
noviembre del 2012 y el 20 de enero del
2013, la noticia perdió fuerza porque coincidió también con el conocimiento del
fallo de la Corte Internacional de la Haya en relación con el establecimiento
de los nuevos límites marítimos entre Colombia y Nicaragua.
Este anuncio no deja de ser absolutamente importante
porque fortalece las expectativas para el avance del proceso en discusión que
se adelanta en esa isla caribeña para poner fin al conflicto armado colombiano
tras 60 años de dolorosa y aguda continuidad.
No obstante, el trascendente anunció ha sido respondió
en tono arrogante y prepotente por los voceros del gobierno nacional,
especialmente el ministro de guerra Juan Carlos pinzón y el propio Presidente
Juan Manuel Santos, que sólo repitieron en coro guerrerista, que continuarán su
ofensiva militar, sin ceder ni un milímetro en la lucha contra los insurgentes.
La vehemencia con que fueron hechas estas
declaraciones por parte de los representantes del gobierno, no deja de tener
preocupaciones, por cuanto el tono del anuncio, es fácil concluir que no
solamente se intensificarán las hostilidades contra los insurgentes, sino
además se profundizará una campaña de desprestigio haciendo creer que el
anuncio de tregua navideña, no se está cumpliendo por parte de la guerrilla.
Más allá de estas consideraciones, hay un hecho
importante que no puede perderse de perspectiva, lo que existen Colombia es una
confrontación militar de dos fuerzas militares en disputa, y cierto es que la
insurgencia desarrolla acciones militares que afectan a la población civil, pero
igualmente cierto es que la acción de la fuerza pública también las provoca.
Baste recordar que aún hoy se investiga a cerca de 2000 militares por
ejecuciones extrajudiciales, las cuales fueron conocidas por denuncias
valerosas de familiares como los escándalos de los falsos positivos, también
hay que señalar que los bombardeos y ametrallamientos indiscriminados sobre
amplias regiones rurales del país han causado y siguen causando desplazamientos
y afectación de cultivos y lesiones graves a pobladores civiles que se
encuentra en la zona influencia donde se realizan tales operativos.
La confrontación armada no es la lucha de ángeles
inmaculados contra guerrilleros despiadados. Por ello lo que más le hace falta
a este proceso de diálogo, entre otras cosas, para mejorar la confianza entre
las partes, es la declaratoria de cese bilateral de hostilidades y de fuegos,
tal y como lo vienen exigiendo en múltiples escenarios organizaciones sociales,
populares y muchas comunidades especialmente en el campo colombiano.
Este el tono desafiante y altanero por parte de los voceros del gobierno, es
impropio de un proceso de diálogo, a
este se suma al anuncio de que en la mesa de negociación el estado no negocia,
ni cede nada, entonces vale la pena preguntarse si no se negocia nada qué es lo
que se está discutiendo en la agenda de la Habana? Resulta poco creíble que los
máximos jefes de la guerrilla de las FARC, se sienten a conversar con el
gobierno y no exijan a cambio nada, por ejemplo y a propósito de la discusión
del primer punto de esa agenda, reforma agraria integral, que entre otras
límite la cantidad de tierra que una sola persona puede poseer, especialmente
si ella está improductiva, o discutir allí mismo, la necesidad de un proyecto
que entregue tierras a las comunidades y a los campesinos que las quieran
trabajar, tierras de buena calidad, y con garantías de comercialización y
producción en defensa de la economía campesina y de la soberanía alimentaria.
Ante este panorama es necesario que las comunidades,
las organizaciones populares y sociales, el movimiento sindical, las
organizaciones de víctimas y en general la sociedad colombiana, exija mayor
transparencia de lo que se discute en la Habana, es necesario hacer seguimiento
a ese proceso, además de continuar exigiéndole al gobierno, el establecimiento
de mesas que permitan la discusión de temas que no se tratan en la Habana y que
son de absoluta trascendencia para resolver problemas tan graves como el
desempleo, la desigualdad, la injusticia social, la soberanía, y las
transformaciones democráticas que requiere el país, igualmente discutir el plan
para el desmonte real del paramilitarismo, y la lucha frontal y a fondo contra
la corrupción.
Es necesario entonces, que en tanto avanzan las
negociaciones, se promueva la realización de teleconferencias que permitan
conocer el avance del proceso, con las intervenciones tanto del gobierno como
representantes de las FARC y realizar procesos de formación en torno a las
discusiones, igualmente continuar la movilización popular, exigiendo verdaderas
garantías para la participación de las víctimas en este proceso tan importante
que debe abordar la discusión de derechos como la verdad, la justicia y la
lucha contra la impunidad, es necesario dejar saber con suficiente anticipación
que ni las víctimas, ni el movimiento derechos humanos, ni las organizaciones
sociales y populares van a aceptar
fórmulas de perdón y olvido o leyes de punto final.
En tal sentido, también hay que preparar la
movilización, poner al pueblo en la calle, insistiendo que la paz no es sólo el
silenciamiento de los fusiles, es necesario que existan transformaciones
profundas en el modelo económico social y político, y en ello estas
movilizaciones pueden jugar un papel
determinante.
Noviembre 25 de 2012.
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