miércoles, 23 de mayo de 2018

Ni Venezuela, ni Suiza: Solo el derecho a una Colombia en paz.


Alfonso Castillo 
defensor de derechos humanos 

Desde hace algunos meses y ante el creciente respaldo ciudadano y popular al nombre de Gustavo Petro, como candidato presidencial en Colombia ha crecido también una campaña de miedo y mentiras, adelantada por sectores políticos de los partidos tradicionales, vinculados a red de corrupción y violencia, que ven - cómo hace mucho tiempo no sucedía-, amenazados sus privilegios y poderes.

Una de las tantas mentiras usada vez “Si Petro gana, nos volveremos como Venezuela”. Con la cual se crea la ilusión que allá están muy mal y aquí estamos en un paraíso o como si, con otros candidatos nuestro país se fuera a convertir en Suiza. Estos sin negar por supuesto, que la situación del hermano país es difícil y vive una crisis generada por el gobierno norteamericano y los poderes capitalistas de ese país.


foto: renovacionmagisterial.org
Pero más allá de la situación de Venezuela, que ojalá el pueblo consiente y en movilización logre superar, transitando los canales democráticos y constitucionales allí establecidos, lo cierto es que en nuestras clases gobernantes, están asustadas, porque ven que el discurso de Gustavo Petro, está calando en sectores populares a lo largo y ancho del país, como lo demuestran decenas de movilizaciones populares en plazas públicas donde la gente asiste por miles, el discurso de Gustavo Petro no tiene absolutamente nada que ver con una propuesta izquierda radical, que pudiera significar una revolución en el país sea éste llega al poder en la elecciones del próximo 27 de mayo, o eventualmente en una segunda vuelta.

La propuesta del candidato o Gustavo Petro, cala en la gente humilde, porque habla con convicción y mostrando alternativas reales al menos a dos problemas; corrupción y derechos sociales considerando entre estos la salud, educación gratuita y recuperación del campo colombiano. Gustavo está recogiendo la inconformidad de la gente que durante muchos años vio contenida su frustración y su rabia por tanto descaro y falta de renovación de la clase política.

Lo que sucede es que esta clase política que siempre han gobernado el país, nunca ha querido pensar en la gente y sus problemas, decenas de años de abandono al campo, falta de acueductos, explotación y responsable de los recursos naturales, negativa al derecho a la educación gratuita y universal, entre otros derechos que se han negado para mantener los privilegios de una clase de elitista, ex excluyente y corrupta. Ahora cuando un candidato que no hace parte de las elites, lo está promoviendo para superar la desigualdad, la pobreza y la violencia, las elites se acobardan,   tienen miedo, alientan mensajes intimidatorios, mentirosos, y con una carga de polarización política, porque ven amenazados sus históricos privilegios.

Gustavo Petro, no es el Salvador del pueblo, pero su propuesta, sí es sí, la mejor alternativa de avance, en este momento histórico que vive el país, cuando existe un acuerdo de paz firmado entre el gobierno y la guerrilla de las FARC, hace poco más de un año, lo cual significó la dejación de armas de ese grupo y la construcción de un proyecto político, que junto con el esfuerzo que se hace en el dialogo de paz con el ejército de liberación nacional, dejar sentadas las bases, con las cuales podría construirse alternativas serias para la superación de las causas del conflicto armado en Colombia, que tanto sufrimiento y dolor, provocaron en general a la sociedad y en particular a millones de víctimas de esta cruenta guerra.

La propuesta de Gustavo Petro, se sustenta en el anhelo popular de invertir los recursos económicos de la nación, privilegiando los derechos sociales, entre los cuales claramente se establece un impulso y fortalecimiento al desarrollo rural, desarrollo de la democracia, la gratuidad y universalización de la educación pública del grado cero a la universidad, lucha efectiva contra la corrupción y los corruptos, garantías de no repetición y derecho a la verdad, sin duda alguna, son instrumentos efectivos para construir la paz que tanto se reclama y se necesita en nuestro país. Y esto más allá de toda la propaganda de desprestigio y estigmatización no es ni Castro chavismo, ni la revolución comunista, es simplemente el camino de la transformación democrática tantas veces negadas por nuestras clases dominantes.

Bogotá 23 de mayo 2018.




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