Alfonso
Castillo
Defensor
de los Derechos Humanos
hojasuelta0@gmail.com
“La alegría por el triunfo de la
selección,
no alcanza para calmar la tristeza, por la goleada a las víctimas y a
la paz
que propinó la ultraferecha
al sabotear la
JEP.”
Muy lejos está
ahora para las víctimas la esperanza qué género el proceso de paz logrado entre
el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC, para decirlo con claridad
albergamos la ilusión que tras este acuerdo, , los Derechos a la verdad, a la
justicia, a la reparación integral y en las garantías de no repetición, tendían
un lugar en el escenario político de nuestro país, sin embargo y con el pasar
de los días y ante el fortalecimiento de la ultraderecha en Colombia, esas
esperanzas parecen desvanecerse, como también sucede con el entusiasmo de las
víctimas para organizarse y seguir luchando.
Nuestro sentimiento
transitorio de frustración tiene que ver con la actitud que desde hace muchos
años tiene el gobierno para garantizar los derechos efectivos de las víctimas,
pero en los dos últimos años esta percepción de abandono e incumplimiento, se
han visto agudizados especialmente por cuenta de un fortalecimiento de sectores
de derecha y ultraderecha que se niegan a brindarle una oportunidad a la paz y
la terminación del conflicto en Colombia.
Ya, desde el
plebiscito del 2 de octubre del año
2016, cuando padecimos y sufrimos todo una campaña montada desde los medios
masivos de comunicación y voceros de los partidos de la ultraderecha y aún de
la derecha colombiana qué no dudaron ni un segundo en montar un show que hizo
creer a una parte importante de los colombianos que la paz era inconveniente e
inviable, dijeron que el acuerdo era para la impunidad, también dijeron que se
le estaba entregando el país a las guerrillas, aún inventaron que los acuerdos
iban en contra de los supremos intereses de la nación por qué sólo beneficiaría
a los guerrilleros.
Posteriormente y
con la primera modificación al texto del acuerdo suscrito entre el gobierno y
la guerrilla de las FARC, gracias al triunfo del no en el plebiscito, vinieron
los recortes que fueron modificando día tras día en el proceso de fast track,
lo acordado en la Habana.
En el caso
particular de las víctimas este sentimiento transitorio de frustración vino por
cuenta de lo acordado en el punto 5.1.3.7 de los acuerdos de La Habana, en el
cual se establecía el mandato para que el gobierno iniciará un proceso de
modificación a la ley 1448/11, con la participación de las víctimas, no obstante
esto, tardíamente el gobierno convoco algunas víctimas para participar en un
proceso inducido de modificación a la ley, a través de un procedimiento que no
permitía la participación efectiva, ni la discusión sobre los problemas que
presentaba la ley, es necesario señalar que este procedimiento de convocatoria
se hizo de manera atropellada, vulnerando el derecho de participación efectiva,
no consideró las propuestas que de manera organizada y muy responsable, habían
presentado las organizaciones de víctimas y Derechos Humanos, sustentadas en un
documento presentado al gobierno nacional en el que se planteaban de manera
detallada las modificaciones necesarias para garantizar el derecho a la
reparación integral, considerando de conjunto los cambios que requería la ley y
no solo tres aspectos como lo consideraba el gobierno, después de ello el
gobierno nunca presento el proyecto de modificación a la ley en el congreso de
la república, y de nuevo se burlaba a las víctimas.
Igualmente, el
gobierno es responsable por la ausencia de trámite y discusión efectiva en el
congreso de la república, para garantizar la normatización de las
circunscripciones especiales de paz, mecanismo a través del cual las víctimas
podrían elegir congresistas en las elecciones de marzo pasado, este proceso no
fue posible, y también con ello se presentó una manera de engaño a las víctimas
que se les había prometido ser parte sustancial de la implementación de los
acuerdos.
Posteriormente
hemos asistido a todos los saboteos y retrocesos que ha implicado la
jurisdicción especial para la paz( JEP), en una Clara negativa de los sectores
parlamentarios ligados a la derecha y la ultraderecha a quienes no les conviene
el avance de esta justicia especial, que garantizaría que la sociedad
colombiana conozca la verdad de lo que se desarrolló en el marco del conflicto
armado: Quienes promovieron el conflicto?, quienes y como se beneficiaron de la
guerra?, y de manera especial cuál fue la participación de los terceros civiles
en la financiación promoción y obtención de privilegios en el desarrollo del
conflicto armado?.
No menos importante señalar que, en el desarrollo de este proceso de la
construcción de la paz, se ha incrementado la persecución, amenaza y asesinato
de líderes sociales, entre ellos muchos defensores y defensoras de derechos
humanos y representantes de víctimas en procesos de restitución y defensa del
derecho a las tierras y al territorio, es evidente la negativa del gobierno de
Santos a desmontar el aparato criminal del paramilitarismo. A la fecha has sido
asesinados mas de 160 lideres desde la firma del acuerdo de paz, la mayoría de esos crímenes en la mas profunda impunidad.
En general las
víctimas han sido burladas por parte del gobierno, la ley de víctimas es una
figura decorativa en la estantería jurídica de los derechos de las víctimas,
las entidades encargadas de garantizar los derechos de reparación, restitución
de tierras o aplicar indemnización, se conforman con hacer mucha publicidad
sobre el avance del proceso, mientras que las cifras indican, el poco avance y
más bien el retroceso, qué significa el cumplimiento de la mencionada ley, por
cuanto se vienen desmontando responsabilidades por parte de las instituciones,
como lo son el programa de reparaciones colectivas, los enfoques de asistencia
a víctimas con perspectiva de derechos, género y étnico, la asistencia
psicosocial, prácticamente es una formalidad. La unidad de atención a víctimas
y de alguna manera también la unidad de restitución de tierras, han servido más
bien para llenar de cuotas burocráticas a sectores de la clase política, sin
que haya el menor interés en garantizar de manera efectiva el derecho a la
reparación y restitución de las comunidades afectadas por el conflicto.
Recientemente la
unidad de víctimas modificó las montos de indemnización afectando de manera
grave y los derechos de las víctimas del desplazamiento forzado, a quiénes se
les coloca en tremenda desigualdad para garantizar este derecho que se había
convertido en una esperanza, para algunas Víctimas de este crimen de lesa
humanidad.
Lo que hoy vemos
ante el panorama político, es el avance de la impunidad, la corrupción y la
violencia, por cuanto efectivamente lo que va a imperar en este periodo en el
que se fortalecen el gobierno de derecha, es el tránsito de los procesos
judiciales contra militares comprometidos en graves violaciones a los Derechos Humanos
hacia tribunales de Justicia penal militar o escenarios de completa impunidad,
van a gobernar los corruptos y guerreristas se siempre.
No es gratuito que
hoy las víctimas tengan un sentimiento escepticismo en los escenarios de
participación establecidos en la ley o por fuera de ella hay una suerte de
desgaste o descreimiento de capacidad transformadora de la movilización.
No obstante lo anterior,
es necesario que las propias víctimas en ejercicios de convergencia con otras
organizaciones de derechos humanos y de la sociedad consciente de la necesidad
de la exigibilidad de los Derechos a la verdad, justicia, reparación integral y
garantías de no repetición, tomemos de nuevo la esperanza como bandera, para
exigir al nuevo gobierno no solamente mayor presupuesto para garantizar el
derecho a la indemnización y el trámite seguro a los procesos de restitución
efectiva de los bienes patrimoniales usurpados a las víctimas, sino también
para continuar en la batalla por exigir la terminación del la guerra y la
construcción de día paz, este ejercicio
debemos realizar lo promoviendo nuevos ejercicios de movilización en la calle con
las víctimas, planteando a la sociedad colombiana que no hay garantías para el
ejercicio de la participación efectiva, como tampoco garantías para la
protección de la integridad y la vida y sobre todo demandando de las
autoridades colombianas mayor compromiso con lo que se había establecido en el
proceso de paz las víctimas como garantía de la construcción de una paz
duradera y estable.
Tendremos que
apelar más allá de la movilización, también al acompañamiento de la comunidad
internacional para que se fije en la manera en que el gobierno está
incumpliendo no solamente la ley de víctimas, sino también lo pactado en el
proceso de paz con las Farc y lo que seguramente tendrá que ser la exigencia
para mantener abierto el proceso de diálogo con el Ejército de Liberación
Nacional.
No es la hora de
desfallecer en la lucha por los derechos de las víctimas, tendremos qué
fortalecer los procesos de organización, movilización política y exigibilidad
de nuestros derechos, Ahora sólo nos queda superar esta sensación de goleada
que los partidarios de la guerra le han metido a las víctimas y a la paz. Es la
hora de apelar a una larga historia de
resistencia y lucha por la dignidad e integridad del pueblo.
Menos mal que los
muchachos de la selección Colombia nos permitieron mantener viva la ilusión de
poder hacer algún desempeño en Rusia 2018 clasificado a octavos de final. Es la
hora de la gente y sus derechos pero ello no lo da nadie, más que la lucha
organizada y consiente del pueblo. Es la hora de sacar el acumulado de la lucha
de las victimas desde el MOVICE, y las víctimas, de las plataformas de paz y
derechos humanos, de las centrales obrera del poderoso movimiento de mujeres
poa la paz, del movimiento estudiantil, de los movimientos ambientales, de
artistas y gestores culturales, de animalistas y de la comunidad LGBTI, de las guerrillas convertidas en paridos políticos,
del campesinado, de todos los movimientos sociales de este país que de tiempo atrás
resistieron a la guerra, es la hora de convertir el respaldo a la propuesta
alternativa de la Colombia humana en potencial trasformador, para una nueva Colombia,
sin corruptos y guerreristas.
Bogotá, 20 de junio
2018.
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