OTRO DOLOR
DE PATRIA …..MÁS ALLA DEL FUTBOL.
Alfonso Castillo
Defensor de derechos humanos
La última semana, los colombianos hemos estado bajo múltiples presiones que nos han llenado de angustia y
preocupación; hasta sentir un profundo dolor de patria, para la mayoría estas
tenciones han corrido por cuenta de la selección Colombia y sus últimos
partidos en el camino a la clasificación al Mundial de Rusia 2018, de jueves a
martes sufrimos lo insufrible, por cuenta de las angustias y expectativas del
partido de futbol contra Paraguay, que nos llevó en unos minutos del paraíso al
infierno y luego toda la ilusión con el partido de este Martes frente al
seleccionado de Perú, que finalmente nos llenó de aliento con la clasificación
en tercer lugar a Rusia. Sin embargo a otro grupo de colombianos, seguramente más
pequeño, también nos duele, la muerte y la tragedia que se vive en la otra Colombia,
abandonada por el estado y donde la violencia se pasea a diario sin parecer
importarle a nadie.
Entre partido y
partido, se presentaron, graves hechos, que duelen y preocupan, mucho más, que
la angustia por una clasificación. El jueves 5 de octubre, al menos 6
campesinos, que participaban de una jornada de protesta, exigiendo al gobierno
sustitución manual de cultivos de uso ilícito en una vereda del municipio de
Tumaco Nariño, fueron asesinados y decenas más fueron heridas.
De inmediato la fuerza
pública, salió a señalar de manera apresurade e irresponsable, a “unas
disidencias de las FARC”, y aun a señalar que fueron los propios manifestantes
los que dispararon. Sin embargo las versiones de los campesinos, no vacilaron
en señalar a la Policía Nacional como responsable de haber disparado contra los
manifestantes.
Con el paso de las
horas la gran prensa, trato de confundir a la opinión, creando mantos de duda
sobre los hechos y mostrando el escenario como una “tierra de nadie”, e incluso
tratando de mostrar a los campesinos como responsables de los hechos, cuando en
realidad cada vez era más claro, que la actitud hostil de la Policía Nacional era
la responsable de la masacre.
Posteriormente el
domingo 8 de octubre, de nuevo la Policía, ataco y amedranto a la comisión de verificación
de los hechos, de esta comisión hacia parte, organizaciones Internacionales,
órganos de Control y Organizaciones de Derechos Humanos, sobre las cuales la
policía disparo bombas de aturdimiento, evitando que la comisión constatara, lo
evidente; la policía habría disparado contra los manifestantes y más aún habría
alterado la escena de la masacre del 5 de octubre.
Hoy es claro para el
país que la masacre de Tumaco es un
crimen de Estado, así lo indican las evidencias tanto de la Defensoría del
Pueblo, como las investigaciones preliminares de la Fiscalía.
Esta es una nueva
evidencia de como en el país, la fuerza pública, sabotea la construcción de
Paz, y como desde hace muchos años actúa bajo la filosofía criminal, de tratar al pueblo que exige derechos, como
enemigo interno, pero lo que duele en lo más profundo de la patria, es como
las autoridades han tratado de minimizar la gravedad de este hecho y solo a
última hora, ante la contundencia de las evidencias, han procedido a suspender
a algunos policías, como si se tratase, solo de un comportamiento aislado,
cuando en realidad es la forma en la que ha sido educada para la guerra la
fuerza pública.
Duele la forma en que
los medios masivos de comunicación han tratado este tema, tratando de colocarlo
en un segundo plano, cosa distinta hubiese sido si los hechos se hubieran
presentado en Venezuela y así si hubieran hecho gran escándalo, y acusado al
gobierno de dictadura y rasgándose las vestiduras, hablando de libertad,
democracia y bla, bla, bla,… Pero como fue en Colombia con humildes campesinos,
se ha tratado enfriar la noticia y a nadie se le pide renuncia, ni se va mas
allá y hasta el fondo en las investigaciones.
Duele en el fondo del
corazón patrio, la indiferencia de la ciudadanía, a la que le ha importado más
la clasificación al mundial, que la masacre de colombianos a manos de la
Policía, el ESMAD, Ejército y Paramilitares, o los constantes llamados de la
Ultraderecha para oponerse al proceso de terminación de la guerra y la
construcción de la paz.
La masacre de Tumaco,
claro crimen de Estado, una más, entre miles de acciones de la Fuerza Pública
del país, lo que nos reafirma en la tesis tantas veces planteada por el
movimiento de Derechos Humanos de la necesidad de impulsar el debate de una Fuerza Pública para la Paz.
No se puede terminar
esta reflexión, sin expresar toda la solidaridad con las víctimas de esta
masacre, así como, sumarnos a la exigencia de miles de colombianos y
colombianas, que en las calles gritan ¡¡¡cumplimiento de los acuerdos por parte
del gobierno!!!
Bogotá 12 de octubre de 2012. Semana de la indignación

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