Alfonso Castillo 
Militante del PCC.
El complejo
panorama político que tiene Colombia en la presente coyuntura, que se
desarrolla entre: La gran posibilidad que brindan los acuerdos de paz de
empujar desde la movilización popular las transformaciones políticas y sociales
para crear ambientes favorables a la paz, y la absurda realidad violenta qué ha
significado el incremento de asesinatos a luchadores por la paz, al tiempo que
aumentan las atentados y amenazas, que hacen pensar que el genocidio contra el
movimiento social no es cosa del pasado, mientras el gobierno reprime
brutalmente cualquier protesta ciudadana y se hacen indiferente a la impunidad
y la  creciente corrupción de la clase
política.
De manera
particular esta coyuntura recuerda a los militantes Comunistas, los dolorosos
episodios del genocidio de la Unión Patriótica, que desde su fundación hace 30
años fue sometida a una práctica sistemática de exterminio y miedo. Hoy la incertidumbre
se hace más compleja, porque se trata de un escenario político contradictorio y
confuso. La posibilidad de terminación del conflicto armado con las
insurgencias es un paso que se contrapone a una ultraderecha más fortalecida y
agresiva, que se desenvuelve fácilmente en un país donde la impunida y la
ausencia de memoria les favorece el desarrollo de un discurso anti comunista y guerrerista,
al tiempo que el gobierno se muestra pusilánime e indiferente ante los pocos
avances en el cumplimiento del acuerdo de paz con las FARC. En fin, una época histórica
promisoria a tiempo que incierta.
En relación con el
papel que debe jugar el partido comunista colombiano, la situación es menos
compleja, pero en todo caso exige elevar el compromiso de lucha y la identidad
para salir de la expectativa y pasar al cumplimiento de nuestras tareas. De un
lado toda la expectativa que existe por la conformación del nuevo partido
político de las FARC Y aunque poco se conoce el programa o estatutos, entre los
comunistas colombianos hay inquietudes que no se pueden desconocer básicamente
porque tenemos una historia común y un proyecto revolucionario pendiente de
concretarse, y de otro lado la tremenda dispersión de la izquierdas colombiana
que no deja de causar malestar y confusión en muchos sectores que simpatizan
con la izquierda y la revolución.
No obstante esta
situación hay una cosa clara, el partido de las FARC y el Partido Comunista
Colombiano somos dos proyectos organizativos similares, pero en todo caso dos
proyectos a los que nos corresponde ser capaces de establecer mecanismos de
acuerdo y articulación política, para el impulso de la unidad de acción necesaria para afrontar el desafío de exigir al
gobierno el cumplimiento de lo acordado, derrotar la amenaza  guerrerista de ultraderecha, continuar la
batalla contra el modelo económico capitalista. Estas tareas podrán ser
efectivas si las desarrollamos unitariamente.
Se requiere juntarnos para ganar la conciencia de una ciudadanía apática, saturada
del odio que transmiten los medios de comunicación día tras día, hora tras
hora, “sembrando la cizaña” y desconfianza hasta en la propia paz. Nuestro reto
es movilizar al pueblo colombiano en favor de las transformaciones que se
requieren para el buen vivir.
En el entretanto de
la construcción de la unidad de acción PCC-FARC,
 en el camino de la unidad orgánica, corresponde a los militantes el PCC, asumir de
manera decidida las tareas acordadas en el 22 congreso del PCC: a) Defender los
acuerdos de paz y exigir su adecuada y pronta implementación, b) Impulsar la
lucha y la movilización contra el modelo capitalista y c) Fortalecer la
identidad comunista para fortalecer orgánica, ideológica y políticamente el Partido
Comunista, estas tareas exigen a cada militante comunista elevar al máximo el rigor revolucionario y desarrollar el compromiso militante con la
lucha popular.
La incertidumbre
del presente momento político debe superarse, para sacar el máximo partido
político a esta coyuntura excepcional de la historia política del país, que
tiene la posibilidad de construir una paz duradera y estable a partir del
acuerdo final de paz y qué es como se ha dicho, un punto de partida para
potenciar la lucha y la movilización política de múltiples sectores sociales y
políticos, no sólo para exigir que se cumpla lo acordado con las insurgencias,
sino y sobre todo, para construir una agenda de lucha que vaya más allá de lo
acordado en la Habana,  e incorpore la
agenda de diálogos del Ejército de Liberación Nacional y convierta en pliego de
exigencias y movilización política, las innumerables problemáticas sociales
económicas y políticas que tiene el pueblo colombiano y que necesitan hacer de
la paz un tema de soluciones efectivas a sus problemas concretos y cotidianos.
El PCC tiene con
cada uno de sus militantes entonces, muchos desafíos que exigen sacar todo el
acumulado de lucha, no para vivir de glorias pasadas, sino para poner al
servicio de la organización-concientización-movilización
y lucha, esa trayectoria y traducirla en la lucha popular, con los
problemas que tiene la gente, por ello la consigna es: Trabajar con las
comunidades, conocer sus problemáticas y contribuir a ligar estas, con la
construcción de la paz, desde el impulso de la movilización Popular, consiente
y planificada. Al partido comunista la asisten muchos méritos, entre otros, el
de haber si un partido que en medio de la más cruda guerra genocida, siempre ha
estado allí “frentiando el corte”,
resistiendo el más feroz anticomunismo promovido por el estado y los medios
masivos de comunicación, y aún, cierta indiferencia social.
El compromiso revolucionario
implica hoy, hacer procesos comunitarios de lucha, y en lo posible sin ocultar el partido, ser constante
en ese proceso de organización, educación, movilización, también constante en
el compromiso militante de lucha contra las malas prácticas políticas,
superando el sectarismo, el vanguardismo y enfrentando la corrupción y el
burocratismo y la pasividad o falta de iniciativa política frente a los
problemas de las comunidades.
Es deber de cada
militante transmitir en su trabajo de masas, la significación y trascendencia
de la lucha del Partido Comunista, siempre al lado del pueblo en la lucha por
la revolución social y política en la construcción del socialismo.
En ese camino
militantes comunistas y revolucionarios de otros proyectos como ahora el
partido de FARC, tenemos que juntar esfuerzos de articulación, coordinación y
unidad de acción, que deben estar regidos por el respeto que se debe los
revolucionarios, sin descalificar al otro, sin arrogancia, o vanguardismos
revolucionarios. En todo caso y como lo exige la dureza de este momento
político, es la hora de luchar juntos como miembros de una gran familia, siendo
conscientes que cada integrante está comprometido por diversas razones a
fortalecer su propia dinámica organizativa, en el camino de fortalecer desde
múltiples sectores sociales y territoriales la lucha para que, en un tiempo, ojalá
no muy lejano, se pueda edificar un solo proyecto orgánico, político,
ideológico de los revolucionarios colombianos.
Los militantes del
partido comunista debemos trabajar decidida y francamente en ese propósito
político.



 
 
 
 
 
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