Alfonso Castillo Garzón
Defensor de los Derechos Humanos
Durante éste último mes, hemos visto un país que se niega a aceptar el olvido y la impunidad, todo por cuenta de un movimiento nacional que de manera espontánea se ha expresado a través de los centenares de murales "las cuchas tienen la razón", como reacción, a una polémica desatada por la decisión del alcalde de Medellín Federico Gutiérrez, al ordenar borrar el mural pintado por colectivos de artistas el día 12 de enero de del 2025 en una importante avenida de esa ciudad, después de descubrirse por parte de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas, que efectivamente en el lugar denominado “la escombrera” se encontraron restos humanos, tal como lo habían venido denunciando familiares de 500 personas que desaparecieron en la comuna 13 especialmente después de la operación orión en al año 2002, cuando el Estado colombiano, en alianza con los grupos paramilitares de esa ciudad, decidieron una retoma de la comuna 13 en la ciudad de Medellín, lo que claramente constituye, la corroboración de un crimen de estado, como lo han denunciado distintas organizaciones de víctimas y Derechos Humanos en el país.
Esta expresión de negacionismo, desató un “estallido cultural” a lo largo y ancho del país, con colectivos de artistas, familiares de víctimas, organizaciones de derechos humanos y ciudadanía en general, intervinieron decenas de paredes para reproducir la Consigna "las cuchas tienen la razón" así ciudades como Bogotá, Cali, Bucaramanga, Cúcuta, Neiva, Barrancabermeja, Barranquilla, entre otras capitales y ciudades intermedias, mostraron su indignación frente a lo que era evidente, en Colombia, el Estado está comprometido en el desarrollo de una política de violacion sistemática a los Derechos Humanos, en la aplicación de la Doctrina de la Seguridad Nacional, la cual ha consistido en estigmatizar, torturar, desaparecer, asesinar, muchas veces por la acción directa del Estado a través de la fuerza pública, y otras ocasiones con el auspicio y favorecimiento a grupos paramilitares.
Ahora bien, de este movimiento llama mucho la atención como casi al unísono distintos gobernantes en estas mismas capitales donde se desató ese movimiento cultural, respondieron con una única fórmula “borrar los murales” realizados por colectivos de artistas, jóvenes y familiares de las víctimas, lo que sin duda alguna, expresa no una respuesta estética como lo han querido presentar, sino, una postura política e ideológica, que se suma a otras que ya en otros momentos de nuestra historia ha sido desarrollada por parte de las élites gobernantes, que justamente han estado comprometidas en el desarrollo de esas prácticas de violencia contra la sociedad.
Y es que en Colombia, ocultar la verdad o falsear la historia, es parte de una forma habitual a través de la cual los gobernantes, han pretendido legalizar todas sus prácticas de corrupción y violencia, la cual se ha promovido para favorecer intereses económicos y políticos particulares o de pequeños grupos ligados a círculos de poder. Una y otra vez estos clanes políticos ligados a negocios del contrabando, el tráfico de drogas, o las mafias de la corrupción, han hecho lo posible por trasladar la responsabilidad de lo que conllevan estas prácticas criminales justamente a las víctimas de esas acciones.
Así, el manejo del poder político para ponerlo al servicio de grupos económicos privilegiados o transnacionales, ha provocado en la inmensa mayoría del país, exclusión, pobreza, violencia, y cuando esas comunidades se han levantado para exigir derechos fundamentales, terminan siendo fuertemente reprimidos, judicializados, estigmatizados Y en muchas ocasiones violentado sus derechos humanos por parte del Estado manejado impunemente por esos grupos privilegiados.
La reacción de muchos gobernantes y sectores de la derecha, frente al movimiento de los murales “las cuchas tienen la razón”, expresa el profundo miedo que esas clases dominantes sienten, cuando con mucha timidez la justicia demuestra cómo, efectivamente los gobiernos han sido partícipes de prácticas de violaciones a los Derechos Humanos, por ello el negacionismo es una forma de pretender borrar la historia de su responsabilidades políticas, para poder continuar gobernando en la más profunda impunidad.
De esta manera, es necesario seguir alentando a las organizaciones sociales y populares, al movimiento sindical y las organizaciones de mujeres, jóvenes, campesinos, a comunidades y grupos étnicos, a los colombianos en el exilio, a persistir en la lucha por la garantía de los derechos a la verdad, la justicia y reparación integral, así como, las garantías de no repetición, hoy por hoy, estos derechos hacen parte de la batalla política por las transformaciones profundas que requiere la sociedad colombiana y la edificación de un futuro con ampliación de los derechos sociales, la profundización de la democracia y la derrota de la violencia que han impuesto las élites gobernantes para afianzar su poder económico y político.
Encontrar esos cuerpos no solo ha sido satisfactorio para los familiares que ya se quitaron esa zozobra de sus vidas, sino que también tumba esos argumentos que la derecha colombiana ha intentado mantener vigentes y es la negación de las barbaries contra los derechos humanos dejaron las operaciones militares en el área urbana en Medellín, debemos recordar que no solo fue la operación orión, también fue la operación mariscal y otras cuantas que pueden estar entre las 30 a 35 operaciones, estrategia piloto que utilizaron en la época para replicarla en todo Colombia en caso de que "saliera bien" esa estrategia. Hoy la resistencia de la memoria es lo que debe salir avante de todo esto en conjunto con las acciones artísticas de las organizaciones sociales de Medellín
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