Alfonso Castillo
Defensor de Derechos Humanos
Presidente de ANDAS e integrante del MOVICE
hojasuelta0@gmail.com
Santos y el síndrome
del Gato Pardismo
Colombia se da el lujo de tener
todo tipo de mandatarios, en el listado al poetas, literatos, deschavetados,
dictadores, populistas como ausentes del poder, pero recientemente el país
asiste a gobernantes con destrezas en las artes de la hechicería, y el
encantamiento, esto por supuesto sin mucho encanto para el pueblo. En el
reciente pasado estuvimos bajo el embrujo autoritario y ahora el país asiste y
continúa al reinado del ilusionismo, el ocultamiento y otras artes de la
creación de espejismos y fantasías sobre la verdad que vive el país.
Desde hace tres años con la
llegada a la casa de Nariño de Juan Manuel Santos y con un simple cambio de
actitud, al bajar la voz, se ha
pretendido mostrar que el país ha cambiado, para mejorar la vida de todos los
colombianos, sin embargo hay que señalar que algunos problemas sociales,
económicos y políticos que padece históricamente el país requiere mucho más que
un tono conciliador, que claro, ayuda, pero sí éste, no se acompaña de
transformaciones reales, no bastarán para cambiar esta realidad. Lo que nos
está pasando, no es cosa distinta que el gobierno del Gato Pardismo que intenta
hacer que todo cambia para que al final nada cambie.
Y la verdad es así, el Presidente
Juan Manuel Santos, arrastra el lastre de haber sido parte determinante en
gobierno anterior, que se caracterizó por desafiar abierta y descaradamente el
respeto por los derecho humanos, la constitución política y los reclamos de los
vecinos y de buena parte de la comunidad internacional, y para alivianar ese
fardo el nuevo mandatario se hizo un cambio extremo de imagen y de
escenografía, abandonó el discurso usado como ministro de la defensa y abrasó
la postura de nuevo mejor amigo y no dudó en apostar por colocarse del lado de
los derechos de las víctimas del conflicto armado interno.
Verdadero continuismo
Pero todo este cambio, oculta una
intención que ha permanecido intacta durante los tres años del gobierno,
continuar la política emprendida desde hace 20 años y aun antes por las clases
dirigentes del país, que regala la riqueza natural a las trasnacionales, a
quienes se les ha creado toda suerte de incentivos, para que exploten, saquen y
depreden la inmensa riqueza que aún tiene el país, todo esto bajo la ilusión de
una locomotora minero energética disfrazada de prosperidad, y crear la
sensación de que el país vive muy cerca del paraíso de la paz.
Igualmente el Presidente Juan
Manuel Santos ha usado su estilo pausado, para crear la ilusión que la economía
colombiana estaba blindada frente a la crisis del capitalismo mundial, tremenda
fantasía, justamente en el país que se empeñó en hacer depender su economía de
los tratados de libre comercio y la reprimarización, al dedicarse
exclusivamente a la explotación de los recursos naturales en el subsuelo y el
desarrollo de algunos de monocultivos dedicados especialmente a la producción
de biocombustibles, todo ello para la exportación a países que se encuentran
como se sabe, en recesión económica, aunque seguramente las condiciones
favorables para la extracción de nuestras riquezas como el carbón, el oro, el
ferroníquel, harán que las exportaciones crezcan aunque los ingresos y el
empleo digno no lo hagan en la misma proporción.
La paz entre el anhelo nación y la voluntad de cambios profundos
La otra ilusión, quizá la que se
vende, con más énfasis es la conquista y logro de la paz, jugando con un anhelo
nacional, se plantea e inician desde el mes de setiembre del año 2012 los
diálogos para poner fin al conflicto armado con la guerrilla de las FARC-EP, y
aunque éste es un hecho importante, no significa el logro mágico de la paz,
máxime si se considera que la agenda sobre la que se discute es bastante
limitada y el proceso se adelanta con la reiterada negativa del gobierno a
suscribir un acuerdo de cese bilateral de fuegos y hostilidades. Asimismo el
proceso se adelanta con amenazas desafiantes del gobierno sobre la
imposibilidad a discutir temas más allá de la agenda, mientras se niega a abrir
un proceso de diálogo con la sociedad colombiana para la discusión de los
problemas que generan el conflicto o por ejemplo la discusión sobre el modelo
desarrollo o el mecanismo de ratificación de los acuerdos que se logren en la
Habana Cuba. A esto se suma la práctica de imponer unilateralmente temas no
discutidos o concertados, como sucedió recientemente en torno a la presentación de un proyecto de ley de referéndum
que llevo los voceros de la insurgencia
a declarar una “pausa”, que por suerte ya termino.
Sin duda hay que reconocer que
éste proceso de diálogos cuenta ya con un avance en nunca antes logrado en
procesos anteriores, sin embargo hace falta que el gobierno incluya en la
agenda del país el tema de los diálogos para poner fin al conflicto, esto hasta
el momento no ha sucedido entre otras cosas porque una cosa es la que se
discute el Habana y otra es la que se practica y desarrolla en el país no
solamente por el propio mandatario sino por parte del alto mando militar y el
ministerio de la defensa.
Igualmente cabe anotar que
mientras se avanza en las discusiones de la Habana para poner fin al conflicto,
el propio Presidente impulsa una agenda legislativa, que con el apoyo de la
bancada mayoritaria en el Congreso de la República pareciera ir en contravía de
lo que se discute con la insurgencia, así se ha impulsado una reforma la salud,
que de acuerdo a quienes la conocen empeora ya la deteriorada posibilidad para
que los colombianos accedan al derecho a la salud digna, dicha reforma sólo
favorece a los grandes empresarios mercaderes de la salud. Así mismo se impulsa
y aprueba una reforma al fuero penal militar, garantizando a los militares la
absoluta impunidad por los hechos que cometan, supremamente peligroso la
creación de la figura de “blanco legítimo” bajo la cual se ampara los militares
para seguir cometiendo violaciones a los derechos humanos, este fuero penal
militar no es cosa distinta que una nueva ley de impunidad que entre otras
cosas, va a permitir que los responsables de los falsos positivos no respondan
por este crimen de Lesa humanidad.
Estas reformas, continúan el camino
de restringir las libertades como lo ha hecho la Ley de Seguridad Ciudadana, y
colocar la carga de la crisis económica sobre los hombros de los trabajadores
como lo ha hecho la ley de regla fiscal.
La ley de víctimas, ni repara ni restituye, solo ilusión
En este mismo camino se presentó
la iniciativa de la Ley de Víctimas que pretende Reparar y Restituir a las
víctimas del conflicto armado, dejando de lado
a las víctimas del conflicto social y político derivadas del conflicto. Esta
Ley transcurridos dos años de su implementación no logra reparar a las víctimas
más allá de cumplir con entregar unas precarias indemnizaciones a víctimas que
venían de procesos anteriores, como lo eran la ley de justicia y paz, o la ley
418/97. En materia restitución la situación es un poco más difícil pues a la
fecha solo se ha logrado restituir 15.000 hectáreas de las cerca de seis
millones que fueron despojadas en el marco del conflicto armado, lo que
significa que a este ritmo el gobierno requerirá mucho más de diez años para
restituir a las víctimas.
Esta misma ley viene siendo usada
por los funcionarios del gobierno para negar la ayuda humanitaria a las
víctimas del desplazamiento forzado, a quienes por cuenta de la Ley, la situación
se precarizo, pues ahora tienen entre otros e impedimentos la negativa a
reconocer el pago de las ayudas y prorrogas para quienes tengan más de diez
años en esta condición miserable.
La corrupción mal que no se reconoce
Entretanto el propio gobierno ignora
que el problema agudo el país es la corrupción en la que gobernantes y
políticos han convertido los recursos públicos, en extensión de empresas
familiares, desde posiciones de poder político, se legisla para apropiarse de
tierras baldías, recursos de contratos, puestos burocráticos y todos sin
ninguna preocupación de ser juzgados, combinados u obligados a devolver lo
robado.
Un país moderno, justo, y seguro? O la magia del discurso del 7 de
agosto.
Toda esta magia del ocultamiento
de la realidad del país no lleva el discurso presidencial del siete de agostó,
en el puente de Boyacá en el que el Presidente se vanagloria de un país que no
es en el que vivimos 44 millones de colombianos y colombianas en medio de la
pobreza, la negación de derechos básicos y la agudización de la crisis de
derechos humanos y degradación del conflicto armado que continúa en galopante
escalada.
Sin duda, el Presidente es un
artista que por su procedencia alta alcurnia podría ser un ajedrecista, maestro
de la estrategia de mover las fichas del tablero para ganar siempre la partida,
pero que bien podría ser visto como un mago del ocultismo y la desaparición de
nuestra realidad, según el discurso, en comentó, Colombia es hoy un país
“moderno, justo y seguro” después de escuchar el Presidente surge entonces la
pregunta de qué país habla el Dr. Juan Manuel Santos.
Colombia no es hoy un país más
moderno, el país ha renunciado por cuenta de la guerra y las políticas del
gobierno a producir los alimentos que consume, no se puede hablar de un país
moderno cuando buena parte de las vías de comunicación son auténticas trochas
propias de mediados del siglo XX, no existe ferrocarril, aún existe municipios
y zonas urbanas sin cobertura servicios públicos domiciliarios, la salud es
solo accesible para privilegiados, existe un déficit de cinco millones de
viviendas, los pocos empleos que se generan, no son estables.
Transcurrida la primera década
del siglo XXI Colombia tampoco es un país más justo, quizá el principal
problema es justamente la aguda crisis por la que atraviesa el sistema judicial
colombiano, cerca del 98 % de los crímenes políticos se encuentra en la más
absoluta impunidad, la situación de derechos humanos cada día es más
inquietante, igualmente es necesario tener en cuenta que según Naciones Unidas Colombia
en el año 2010 se encontraba entre los países de mayor desigualdad en el mundo,
así mismo la estructura tributaria se basa en cobrar más impuesto al consumo
que a la renta y esto es fuente de una profunda desigualdad económica. Mientras
el crecimiento económico de los últimos años girar alrededor del 4 % anual, un
tercio de la población vive bajo la línea en la pobreza, el 10 % de la
población más pobre participa en el 1% los ingresos mientras que el 10% de los
más ricos participa con el 46.1%de los ingresos si esto no mide la desigualdad entonces
como determinarla.
El Presidente no ve acaso, como ha
aumentado el accionar criminal de grupos paramilitares, acaso desconoce que la
percepción ciudadanos justamente de mayor inseguridad por el aumento de robos,
asaltos y delincuencia en las calles de las grandes ciudades, inseguridad
generada con toda seguridad por el aumento del desempleo y la pobreza.
No es cierto Sr. Presidente que
durante su gobierno se hayan generado millones de empleos, la verdad es que a
diario la gente tiene que batallar por conseguir empleos precarizados de corta
duración y baja remuneración y miles de requisitos, los programas
gubernamentales de subsidio no reducen la pobreza y sí aumentan la dependencia y
el clientelismo, no hay nuevas
industrias, no es verdad que los colombianos vivamos una vida mejor durante
este gobierno.
La conflictividad social creciente expresa la inconformidad y la caída del
telón magico
El aumento de la conflictividad
social es la muestra que no todo el país está bajo el hechizo de las magias del
ocultamiento y las artes de crear paraísos artificiales, durante este gobierno han
protestado, camioneros, paperos, arroceros, cafeteros, cacaoteros, paneleros,
igualmente se ha movilizado los estudiantes y no sólo eso, han sido capaces de echar
para atrás una pretendida reforma a la educación superior que sólo apuntaba a
privatizarla, hoy ellos han sido capaces de participar en la elaboración de una
nueva legislación para la educación superior. También se ha movilizado los trabajadores de
la salud, los pobladores de distintas regiones del país, los campesinos, como
sucedió recientemente en el paro del Catatumbo, se han movilizado así mismo,
los pequeños y medianos mineros rechazando la minería a gran escala. No han
estado ausentes de la movilización las
víctimas y reclamantes de tierras, las mujeres, los trabajadores del Cerrejón de
la Unión Sindical Obrera, los maestros. Todas estas movilizaciones tienen un
común denominador, exigir al gobierno abrir su disposición al diálogo y
protestar contra políticas sociales y económicas impulsadas por el gobierno
actual que van en contravía de los derechos sociales, sindicales y políticos y
en todo caso, van en detrimento de la soberanía.
Un poderos y creciente paro agrario y popular
Precisamente las reiteradas
movilizaciones y la prolongación en el tiempo las mismas como actualmente
sucede con el paro nacional agrario popular, que arriba su 8° día de intensas
jornadas de protesta a lo largo y ancho del país, que en tienen desabastecidas
de productos agrícolas a las principales ciudades del país, y bloqueadas las vías
principales en por lo menos 14 departamentos, la contundencia de estas
movilizaciones va en contravía de la idea de un país próspero que se intenta
mostrar a través de la publicidad impulsada desde el gobierno. Pero más aún la
creciente movilización, lo que justifica son las razones que tienen los
manifestantes, que no solamente demandan la discusión de la problemática del
campo colombiano sometido a años y años de abandono y a políticas mentirosas
por parte de los gobiernos, las demandas de los manifestantes justamente
convocan al gobierno a asumir una mejor disposición para el dialogo, abandonar
la actitud arrogante, a poner fin a la estigmatización y el señalamiento como sucedió
el dia 25 de agosto con la detención del vocero del parpo HEBER BALLESTEROS, con
la que se intenta deslegitimar y desarticular la movilización.
Lo que insinúan las peticiones de
los manifestantes es la necesidad de abrir un debate nacional sobre el modelo de
desarrollo económico, este debate debe hacerse de cara al país y principalmente
consultando los intereses de aquellos sectores que se ven más afectados por el
impulso de políticas neoliberales. Los pliegos de peticiones presentados por la
mesa de interlocución y acuerdo, (MIA) supone que no se trata de movilizaciones
aisladas se trata de la exigencia de un movimiento social y políticamente
maduro, que ha entendido que los problemas del campo colombiano no se resuelven
con subsidios, ni con promesas de alivios, que a la larga no serán cumplidos,
en ese sentido es importante señalar que la movilización del paro agrario y
popular tiene como en elemento
fundamental la articulación de diversos sectores populares y sociales
afectado por la grave crisis económica que atraviesa el país, que sin duda deja
en evidencia que Colombia atraviesa una profunda crisis social, política y
económica que es la que justamente el Presidente Juan Manuel Santos se niega a
ver y a reconocer.
El paro agrario y su
contundencia, así como los sucedido en el paro campesino en el Catatumbo dejan
en evidencia que el Presidente Juan Manuel Santos, al igual que su antecesor,
no tiene ninguna disposición, como lo dice mentirosamente por lo medios de
comunicación al dialogo, y a la búsqueda de soluciones efectivas y duraderas a
la aguda problemática de la sociedad colombiana. Todo lo contrario el
tratamiento policial y militar desmedido y desproporcionado, muestran el verdadero
talante autoritario del actual mandatario, tal como lo han hechos gobiernos
anteriores.
En este sentido las próximas
movilizaciones seguirán entendiendo cada vez con mayor contundencia, que el
espacio para conquistar las transformaciones que requiere la sociedad
colombiana es la calle, la movilización y a pesar de la estigmatización, el
señalamiento y las amenazas gubernamentales de criminalizar la protesta social
la gente, el pueblo, seguirá apelando a esta vía como único instrumento o para
hacerse escuchar y para hacer valer el poder que en todo caso entraña el pueblo
cuando se organiza.
Bogotá, Agosto 26, 2013
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